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EL FASCISMO VUELVE
A AMENAZAR A EUROPA
Esta crisis es una
inmensa estafa, tanto en España como en otros países de la periferia Europea, la deuda creada por la
especulación bancaria la están pagando las clases populares, que ven perder rápidamente
sus condiciones de vida, al arrebatárseles sus derechos laborales y sociales. Mientras se mantienen los privilegios y beneficios de las grandes fortunas y
empresas, que son asegurados por la
propia clase política, que cada vez está
más alejada y más sorda a las demandas de la ciudadanía. Desde la propaganda
gubernamental se intenta diluir las
responsabilidades de la crisis, afirmándose que la causa de ésta es que todos hemos gastado
por encima de nuestras posibilidades, achacando la principal responsabilidad de
esto a las propias familias y al gasto social, cuando éste ha sido muy inferior al que se da en el
resto de la Europa avanzada.
Como en otras épocas
de la historia reciente la protesta social creciente se intenta reprimir
con la regulación, reducción y, llegado el caso, la cancelación de los derechos
y libertades civiles. El control de los medios de comunicación permite ocultar
el impacto de las protestas, presentándolas como actos de radicales violentos
contrarios a los intereses nacionales.
La incapacidad de la propia izquierda para unirse en un
proyecto común que permita alcanzar el poder político por la vía democrática, favorecida
por la desafección de la socialdemocracia que acaba pactando con los conservadores para mantener el estatus quo, provocan
el cansancio, el desanimo y la indolencia en la ciudadanía que deja de
encontrarle sentido a la protesta, abandonándose a un destino trágico que se impone
como si fuera inevitable.
El terreno para un revival del fascismo en Europa o el advenimiento de un nuevo totalitarismo de carácter tecnocrático queda sembrado, y pronto encuentra la financiación
necesaria. Hay que desviar la atención sobre los auténticos causantes de la
crisis, que siguen beneficiándose con
las medidas establecidas para salir de ella. El enemigo, el chivo expiatorio,
debe concretarse en alguien cercano, suficientemente numeroso pero minoritario,
que pueda cargar con la ira y la rabia de la mayoría de la población: en primer
lugar, el extranjero, que nos quita el trabajo y se aprovecha de nuestros
servicios sociales; en segundo lugar, los sindicalistas o activistas que denuncian
a los poderes establecidos como causantes y beneficiarios de la crisis, pues
con sus huelgas y manifestaciones divide a la nación , hunden su economía y su
imagen exterior.
En el desprecio y en
la violencia contra los supuestos enemigos
de la patria se sublima un sentimiento de unidad, de solidaridad, de grandeza
donde se acepta el sacrificio individual, la pérdida de derechos o la miseria,
en pos de recuperar las pasadas glorias perdidas, de una nación que está
llamada a cumplir un destino especial.
Raúl LimónSevilla7
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Mariangela PaoneAtenas
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RESISTENCIAS
PÚBLICO | ELENA HERRERA
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Por
BONIFACIO CAÑIBANO
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