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Hace bastante tiempo que tenemos, gracias a las investigaciones judiciales y policiales, sobradas evidencias de que en el PP se han producido abundantes casos de corrupción. Allí donde han gobernado, la corrupción ha tendido a generalizarse o institucionalizarse: los casos de Baleares y Valencia son paradigmáticos pero no únicos.
El caso Gürtel es el mayor escándalo de corrupción vinculado a un partido político desde el inicio de la democracia, tanto por el número e importancia de los implicados y de las Comunidades Autónomas afectadas, como por el volumen del dinero manejado. Están salpicados desde el tesorero del partido nombrado por Rajoy a Camps e importantes cargos de su gobierno, pasando por importantes dirigentes locales y autonómicos.
También es evidente que el PP y sus abundantes acólitos, no han reaccionado rechazando la corrupción en su seno y apartando a sus corruptos, sino todo lo contrario, siguen defendiéndoles usando cualquier estrategia para ello: han movido los hilos para que sus afines en los Tribunales de Justicia limiten, troceen, retrasen los proceso e intenten anularlos; han ido a por Garzón consiguiendo inhabilitarle; han lanzado una campaña de intoxicación informativa para difamar y verter falsas acusaciones: según ellos vivimos en un Estado policial al servicio de Rubalcaba y todos, menos ellos, son también corruptos.
El objetivo está bien claro, cuando antes tienen que volver al poder, les servirá para parar los procesos judiciales en marcha y para que sus oscuros negocios a costa del patrimonio público y del dinero de todos puedan seguir funcionando.
Hace bastante tiempo que tenemos, gracias a las investigaciones judiciales y policiales, sobradas evidencias de que en el PP se han producido abundantes casos de corrupción. Allí donde han gobernado, la corrupción ha tendido a generalizarse o institucionalizarse: los casos de Baleares y Valencia son paradigmáticos pero no únicos.
El caso Gürtel es el mayor escándalo de corrupción vinculado a un partido político desde el inicio de la democracia, tanto por el número e importancia de los implicados y de las Comunidades Autónomas afectadas, como por el volumen del dinero manejado. Están salpicados desde el tesorero del partido nombrado por Rajoy a Camps e importantes cargos de su gobierno, pasando por importantes dirigentes locales y autonómicos.
También es evidente que el PP y sus abundantes acólitos, no han reaccionado rechazando la corrupción en su seno y apartando a sus corruptos, sino todo lo contrario, siguen defendiéndoles usando cualquier estrategia para ello: han movido los hilos para que sus afines en los Tribunales de Justicia limiten, troceen, retrasen los proceso e intenten anularlos; han ido a por Garzón consiguiendo inhabilitarle; han lanzado una campaña de intoxicación informativa para difamar y verter falsas acusaciones: según ellos vivimos en un Estado policial al servicio de Rubalcaba y todos, menos ellos, son también corruptos.
El objetivo está bien claro, cuando antes tienen que volver al poder, les servirá para parar los procesos judiciales en marcha y para que sus oscuros negocios a costa del patrimonio público y del dinero de todos puedan seguir funcionando.
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